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El amor en los tiempos del cólera

El amor en los tiempos del cólera.

El amor en los tiempos del cólera.

Cuenta Gabriel García Márquez que al escribir “El amor en los tiempos del cólera” se inspiró en parte en el romance de sus padres (“La única diferencia es que mis padres se casaron. Y tan pronto como se casaron, ya no eran interesantes como figuras literarias”) y otro de unos ancianos que mantuvieron su amor en secreto durante décadas.

La novela fue publicada en 1985, tres años después de que recibiese el premio Nobel de literatura (ver discurso de aceptación del premio).

Seguramente la obra más aclamada de García Márquez sea Cien años de soledad, pero a mí me ha gustado bastante más “El amor en los tiempos del cólera”: una novela romántica que describe la relación durante toda una vida entre principalmente tres personajes: Fermina Daza, su marido, Juvenal Urbino, y su eterno pretendiente, Florentino Ariza.

Personalmente, parte de la narrativa y descripciones en “Cien años de soledad” se me hicieron pesados, en “El amor en los tiempos del cólera” ha sido al contrario. Largas páginas con densos párrafos se pasan en un suspiro gracias a la cantidad de figuras retóricas que usa García Márquez y hacen de la lectura un juego. En múltiples ocasiones me he encontrado después de leer un pasaje admirando el juego de palabras que acababa de hacer el autor.

Otro de los aspectos que me ha gustado del libro ha sido la personalidad y franqueza de los personajes, principalmente de Fermina Daza.

Como siempre, cuando leo un libro lo dejo lleno de páginas marcadas, pasajes subrayados, etc., os dejo algunos aquí para incitaros a la lectura.

“- Déjame aquí -dijo-. Sí había jabón”

[Juvenal Urbino a su esposa, después de llevar meses sin hablarse y durmiendo en habitaciones separas por una estúpida discusión, se retracta de su posición inicial aun sabiendo que tenía razón con tal de quedarse en la cama de matrimonio]

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“… por su carácter, las cartas de ella eludían cualquier escollo sentimental y se reducían a contar incidentes de su vida cotidiana con el estilo servicial de un diario de navegación. En realidad eran cartas de distracción, destinadas a mantener las brasas vivas pero sin poner la mano en el fuego, mientras que Florentino Ariza se incineraba en cada línea.”

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 “Escapó por milagro de una ejecución sumaria acusado de ser un espía que mandaba mensajes en clave de sol…”

[Habiéndose decretado el toque de queda a Florentino lo encuentra y detiene una patrulla militar cantando a Fermina]

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 “Y algo que había de ser desde entonces la razón de su vida: la convenció de que uno viene al mundo con sus polvos contados, y los que no se usan por cualquier causa, propia o ajena, voluntaria o forzosa, se pierden para siempre. El mérito de ella fue tomarlo al pie de la letra.”

[Florentino Ariza a la viuda de Nazaret]

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“… lo primero que le preguntaron en el puerto fue cómo le habían parecido las maravillas de Europa, y ella resolvió muchos meses de dicha con cuatro palabras de su jerga caribe:

–       Más es la bulla.”

[Fermina Daza. Esto me recuerda al pensamiento que me viene cuando alguien pregunta por Madrid, qué visitar en pocos días, qué tiene de especial, etc.]

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“… y solo entonces había comprendido que un hombre sabe cuándo empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre”

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“… lo volteó al derecho y al revés con su sabiduría de perro viejo, lo paró de cabeza, lo subió y lo bajó, lo volvió a parir como nuevo, le hizo trizas sus virtuosismos teóricos, y le enseñó lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie.”

[Ausencia Santander a Florentino Ariza, quien estaba escribiendo un libro de instrucciones para enamorados]

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“Sólo ellas sabían cuánto pesaba el hombre que amaban con locura, y que quizás las amaba, pero al que habían tenido que seguir criando hasta el último suspiro, dándole de mamar, cambiándole los pañales embarrados, distrayéndole con engañifas de madre para aliviarle el terror de salir por las mañanas a verle la cara a la realidad.”

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“… se había enredado más pronto de lo que ella creía en una maraña de convenciones y prejuicios de su nuevo mundo. Al principio tenía una frase ritual para afirmar su libertad de criterio: “A la mierda el abanico que es tiempo de brisa”.” [Fermina Daza]

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Era un marido perfecto: nunca recogía nada del suelo, ni apagaba la luz, ni cerraba una puerta.” [Sobre Juvenal Urbino]

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“… le contó que había estado esa tarde con su confesor, temió quedarse ciega de rabia. Desde el colegio tenía la convicción de que la gente de la iglesia carecía de cualquier virtud inspirada por Dios. […] Pero que su esposo le hubiera permitido al confesor inmiscuirse hasta ese punto en una intimidad que no era solo la suya, sino también la de ella, era algo que iba más allá de todo.

–       Es como contárselo a un culebrero de los portales – dijo.

Para ella era el final” [Fermina Daza]

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“… la aterrorizaba la voracidad con que los objetos iban invadiendo los espacios de vivir, desplazando a los humanos, arrinconándolos, hasta que Fermina Daza los ponía donde no se vieran. […] escondía el desorden”

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“Sin embargo, el rápido progreso de la aviación era un peligro real para todos. Ella trató de consolarlo: los buques existirían siempre, porque no eran muchos los locos dispuestos a meterse en un aparato que parecía ser contra natura.” [Floretino Ariza y Fermina Daza sobre los aviones.]

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