Carta abierta a “La mujer de la terminal”:
—
No es la primera vez que nos vemos. El pasado 29 de diciembre nos volvimos a encontrar en la terminal. Esta vez fue en la T4. Hablo del aeropuerto Barajas, cuál si no. Nuestros anteriores encuentros habían sido en la T1; el último hace unos 5 años, el primero hace 7… Tú seguramente de no te acordarás de mí. Confieso que yo casi te había olvidado, pero el pasado día 29, al escuchar tus palabras, tuve un déjà vu instantáneo. Me acordé de ti, pero apenas te dediqué dos palabras.
En nuestro último encuentro yo actué como si fuese con prisa. Me acompañaban Luca y Andrea (sí, en estos años me he casado y he sido padre) y en un primer instante no tuve el arrojo de darte más conversación. Me arrepentí casi inmediatamente. Luego te estuve buscando con la mirada por si te volvía a ver. Para no volver a olvidar tu cara. Quién sabe si para mantener otra breve conversación. En algún momento pensé hasta en hacerte una foto. Para no volver a olvidar tu cara.
Al principio pensaba que eras malagueña. El último día dudé. Quizá sea asturiana, me dije. No, no es por el acento. Tienes unos 40 años. El pelo, moreno. Estatura, en torno a un metro sesenta. El último día llevabas un abrigo blanco. Hace tanto tiempo, que ya no recuerdo como ibas vestida las veces anteriores. No sé cómo te llamas, pero sí a qué te dedicas.
Las tres veces que te dirigiste a mí me hablabas en primera persona del plural. Nunca llegué a conocerle a él o a ellos, ni quiero. Solo quiero hablar de ti. Además, una parte de mí me hace dudar de su existencia.
Cuando pienso en ti veo a una persona que vive al día, sin ataduras, sin equipajes. Una persona que cuando va al aeropuerto no se fija en los horarios sino en las personas que se cruzan en su camino. Una persona que vive sin prisas y que a su vez no para de moverse. A veces envidio esa actitud. Te confieso que yo siempre llego con prisa. En los últimos años habré perdido ya unos 4 ó 5 vuelos. Y tú, sin embargo, con esa tranquilidad que te caracteriza no creo que nunca hayas perdido ninguno. Te envidio.
Este último encuentro me ha dado una nueva esperanza. Me he prometido a mí mismo que la próxima vez te dedicaré la atención que mereces. Con esta carta quiero hacer público mi compromiso. Basta ya de excusas y respuestas monosilábicas. Suelo pasar por la T4 dos o tres veces al mes, por favor, volvámonos a encontrar…
—
- Perdona, ¿habláis español?
- Sí.
- Es que hemos perdido el vuelo a Asturias. Es por si tenéis un poco de dinero.
- No, gracias.
Esta fue nuestra conversación. Las dos veces anteriores, en 2006 y en torno a 2008, en la T1, esta mujer había perdido el vuelo a Málaga (las 2 veces). Entonces era más precisa: pedía 20 euros para ir a Atocha y comprar un billete de tren (las 2 veces).
En 2006 me pregunté a mi mismo ¿y porque si dice que quiere ir en tren no se va a pedir dinero a Atocha? En seguida supuse que era un engaño. No llevaba equipaje. Hablaba en plural, pero sin nadie que la acompañase.
En 2008 de nuevo vino con la misma historia, “hemos perdido el vuelo a Málaga, necesitamos 20 euros para coger un tren en Atocha”. Tenía el recuerdo de la primera ocasión demasiado reciente.
En 2013 ya lo había olvidado. Esta vez me sorprendió. ¿Asturias? Esta vez no habló de tren ni de Atocha. Seguía sin llevar equipaje y sin ir acompañada.
Otra curiosidad que me surge es, si todo lo que te ha ocurrido es haber perdido el vuelo (cosa que a mí me ha pasado en varias ocasiones), ¿qué te impide ir a comprar otro con tu dinero? Nunca me has mencionado ni que te hayan robado (claro, eso haría que la gente te ayudase a buscar a la policía presente en el aeropuerto), ni que hayas perdido la cartera, ¿por qué habrías de necesitar dinero?
Imagino que los que vamos al aeropuerto a coger un vuelo (y no a timar a gente despistada) vamos… despistados, y no reparamos en estos detalles. Algunos de nosotros se sentirán relacionados con tu situación, apresurados por el tiempo y te darán incluso esos 20 euros. Desde luego, si en 7 años has seguido haciendo esto, es que no te va del todo mal.
Cuenta conmigo para el próximo encuentro. La próxima vez te dedicaré más tiempo. Espero darte conversación mientras saco el móvil. Acto seguido intentaré hacerte una foto para colgar en este blog. Te ruego que no te enfades conmigo (quizá te ofrezca 20 euros por sacarte esa foto…). Y de paso a ver si me entero de si eres malagueña o asturiana, o madrileña…